sábado, 26 de febrero de 2011

¿Dónde están mis diarios?

He perdido las palabras que narran mi trayectoria. Se han extraviado por algún cajón polvoriento de alguna casa que habité. Junto a todas esas cosas que solemos dejar atrás, el dulce susurro de un amigo, la suave cantinela de un recuerdo caducado. No las encuentro por ninguna parte. Mis palabras de niña, mis palabras de adolescente, pensamientos impuros entremezclados con lecciones de vida muy efectivas. Mierda. Tengo que encontrarlos. Estén donde estén se que esperan que mis pupilas les den un buen repaso. Millones de letras revoloteando entre papel perfumando ya algo amarillento. Hechos que están ahí, ladrillos del muro de mi pasado que han ido construyendo lo que soy, lo que pienso y lo que siento. En resumen mi vida, mi vida hasta hoy escrita en tres pequeñas encuadernaciones, sin llave, sin restricción alguna. Sombra de mi misma, sin cerrar, con la cremallera abierta, con el contenido al descubierto, esperando a ser robada. A ser convencida definitivamente por el azar, dejándome arrastrar, dejando que suceda. Os echo de menos. Echo en falta mis palabras. Me aburro de que retumben dentro sin que puedan salir a coger un poco de aire al exterior. Definitivamente, necesitan dar una buena calada de nostalgia. Si no logro encontrarlas dentro, saldré fuera a buscarlas. Debo de terminar mi historia.

domingo, 13 de febrero de 2011

POR MORDER TUS LABIOS



Ya te dije lo que soy. Un tirado. Un cualquiera. Que malvive a su manera. Duermo poco. Bebo mucho. Moriré a la carretera o a los pies de una farola

No me creas mucho. Aunque no te mienta.

Vivo al día y a la noche. Tengo malas compañías. Porque son mis preferidas. Nose que coño esperabas. No me entiendo ni a mi mismo, Siempre me saco de quicio

Me siento solo aunque este contigo
No se vivir sin ti, no se vivir contigo
Cuando reviente todo, seguirás por tu camino
Para siempre es mucho tiempo
Una noche es poco rato
Me jugaría la boca, por morder tus labios.

No me tientes que entro al trapo. Yo no quiero madrugadas sin compartir almohadas.
Se nace y se muere solo y en mitad de ese camino quiero un rato divertido.

Quien fuese papel, para que me liaras.

(R)

viernes, 11 de febrero de 2011

CEBOLLA



Cebolla. Esa hortaliza tan útil y común en nuestras cocinas. Nunca nos pararíamos a pensar que tuviésemos, nosotros homo sapiens sapiens tan avanzados, algo en común con ella. Por dios. Que tontería.

Aunque no seamos conscientes y nuestras vidas transcurran entre un idas y venidas, bajones, subidones, cornisas de logros y socavones de perdidas, estamos llenos de capas. Capas y capas de miedos, de inseguridades, de amores estancados, de pensamientos caducados. Cada vez que nos quitamos una capa ganamos pero tambien nos hace llorar, nos escuece en el alma. Como nos escuece pelar una cebolla. Lloramos mientras nuestro estómago nos pide a gritos un poco de alimento. Al igual que lloramos cuando alguien no nos quiere mientras nuestro corazón nos pide a gritos que nos queramos un poco más a nosotros mismos.
Esas capas, que cada día aumentan, van colocándose de forma estratégica conformando nuestra personalidad, moldeándonos y haciéndonos ser como somos. Pintando el cristal desde donde miramos la vida, desde dónde decidimos los caminos que tomaremos. Cebollas distintas y hermosas, llenas de grietas, llenas de vida.