viernes, 15 de octubre de 2010

Mientras te marchas

Como una ráfaga de luz, un destello en mis ojos.
Jamás pensé que me ocurriría.
Jamás pensé que alguien llegase de tan lejos, estando yo tan cerca de mi misma.
Jamás imaginé adentrarme tanto en alguien, sentirme tan unida a unos brazos extraños.
Como una flecha que me atravesó de pronto, una lluvia que solo nos resguardó a los dos.
Un frío gélido que se tornó a calor, una huida que se tornó a esperanza.
Una noche, dos cuerpos, un edredón.
Una mirada, un beso, un recuerdo.
Recuerdo que poco a poco escapa de su nitidez.
Recuerdo que va dejando un sabor agrio a tristeza.
Cuerda de fuego a la que aferrarse.

La vida, el destino, el momento quiso que nos cruzáramos, quiso que, vestidos, nos viésemos completamente desnudos el cuerpo y el alma, que nos sintiésemos, que nos amasemos como dos seres que antaño estuvieron cogidos de la mano, que hace mucho tiempo ya se cruzaron.
No dejaré que seas alguien más que paso por mi vida, como una nube que se desvanece o una ráfaga de aire alentador. Para ti guardo un rincón especial en mi alma, un lugar hermoso, dónde pueda retener tus ojos para siempre, por si no los vuelvo a ver.

No sé si te volveré a ver, prefiero no pensarlo, prefiero dejarme llevar por los brazos del destino, prefiero comer de las migas de tu sabor hasta morirme de hambre y en ese momento en el que la punzada en el estomago me obligue a decidir, comprobaré tu vuelta o tu desaparición. Formarás parte de mi futuro o de mi pasado
Que quede a merced del destino, al fin y al cabo, él es el que siempre tiene la última palabra.


Se me ha perdido una pieza del puzzle, un fragmento de corazón que no encuentro.
Se me han perdido tus ojos, ya no los siento.
Se me ha perdido tu boca, tus labios y tu saliva.
Se me ha perdido el sabor de tu nombre, que se torna a despedida.

Me falta poder, me sobran las lágrimas que nunca te dije.
Me sobra el querer de los besos que ya no me siguen

Me duele el amor, la rabia de un adiós “suicida”
Me duele tu sangre, me duele tu herida.

Fuiste como una ráfaga de luz repentina.
Apareciste de pronto y te fuiste con la misma sonrisa.
Como un ángel, destelleante, alegre, lleno de vida.

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