domingo, 1 de agosto de 2010

Carta de amor con odio.


Te escribo porque es la mejor forma que tengo de expresarme. Si te miro las palabras, tímidas de odio y rencor, se esconden y no quieren salir de mi boca....

“Ya no se que hacer, me siento perdida, quiero engañarme y decir que no te quiero, que te odio, que no te deseo. Pero no puedo. Mi corazón lucha contra mi cabeza. Me haces daño. Lo peor de todo es que cuanto más daño me haces más te quiero
¿Por qué no me das una respuesta? ¿Por qué me haces llorar cada día?

Ni siquiera tengo nada por lo que arrepentirme. Solo tu silencio. En el eco del vacío solo oigo tu silencio y mis preguntas. Nada más. Y me estoy hundiendo. Intento salir y no puedo, hay algo que me hunde constantemente y contra lo que no puedo luchar, mis lágrimas duelen. Y me seco
¿ De que sirve querer tanto a alguien?¿De que sirven estos sentimientos si se están pudriendo dentro de mi?

Quiero quererte y no me dejas. Te encierras en ti mismo y me encierras a mí en una cárcel de amargura que cada vez se hace más y más pequeña. Odio la desesperación. Odio este vacío interno que no me deja disfrutar de las cosas bellas. Ninguna llamada. Y cada vez que vuelvo a intentarlo más me rompo. Cada vez que pienso en ti, o creo verte más me hundo. Como desearía no haberte conocido jamás. O que fuésemos parecidos. Tu más atento. Yo menos dependiente. Siento el engaño corriendo al compás de mi sangre. Dentro de mí se forma una bola de odio y cariño y me consume. Me consume cada vez más rápido. Sé que tengo que luchar. Olvidarte. Pero no tengo fuerzas. Cuanto más te reclamo más te escondes. Y a mí nunca me enseñaron a no querer. A ti sí. Eso es lo peor de todo. Como desearía poder ser de hielo como tú, poder evitar todo lo malo y no pensar en nada. Pero no lo logro, no puedo. Prefiero discutir. Gritar. Tener algo por lo que llorar. Pero ni siquiera me dejas eso. Entre las manos no tengo nada. Ni siquiera un “no”. Tampoco un “adiós”.

Me toca decidir a mí esta vez. Ahora el juego está entre mis manos. Sin darte cuenta me estas otorgando algo muy valioso: la indiferencia. Y me cuesta aprenderla pero voy poco a poco. Me cuesta ignorarte como me ignoras tú a mí porque parte de mi mente las ocupas tú, con tu risa, con tus caricias. Si tengo que despegarme de todo eso la haré. Más me vale. Todo este tiempo que he compartido contigo no ha habido ni un solo segundo en el que pensase en mí. Ni uno solo. Y tú me llamas egoísta. Que gracia me hace. Que facilidad tienes para colocar tus problemas a las personas.

¿Tanto te cuesta admitir que eres débil? ¿Tan gordo es el caparazón en el que te escondes?

Qué pena me das. Mi decisión está casi tomada. Pero aún hay una parte de mí que se resiste. Que te sigue queriendo y busca cambiarte. No se da cuenta de que eso es imposible. Tú eres tú. Yo soy yo. Somos totalmente distintos. Totalmente opuestos. Que ironía, eso fue lo que me hizo pensar que estábamos hechos el uno para el otro. Me equivoqué. Y ese error me llevó a sufrir lo que estoy sufriendo ahora mismo. Que me roba los momentos de felicidad que puedo disfrutar. Que no me deja darme cuenta lo poco que vales. Y lo mucho que valgo yo. Porque tú solo me empujas hacia abajo. Me aprietas el cuello y no me dejas respirar. Estoy cansada. Harta de buscar soluciones dónde no las hay. Harta de sentirme menos de lo que soy. De quererte sin motivos. De no ver lo que me rodea que es mucho. Ahora me toca a mí. Quiero volver a la vida. No quiero dejarme pudrir por tus besos que solo me dan veneno. Solo me engañan y me hacen creer que todo irá a mejor. Y nunca pasa. No me gusta esperar. Y ya he esperado demasiado.

Que rabia me da. Cuando escucho tu voz me transformo. Las palabras no logran salir de mi boca y acabo susurrándote un te quiero que jamás es contestado. Me siento como una niña. Una débil y frágil muñeca que tú controlas a tu antojo. Que la dejas cuando no la quieres y la coges si la necesitas.

Yo no soy tu maniquí. No te engañes. Como me gustaría saber como actuar. Volver a ser yo misma. Devuélveme mi vida. Devuélveme todas las cosas buenas que me has robado. No hay cosa peor que el odio envenenado de una persona herida. Me has herido. En el corazón. Sé que aprenderé de esto. Tengo que andar con más cuidado. Me embelesé contigo demasiado rápido y la venda que cubría mis ojos no me dejaba ver la realidad. Lo que eres.

No te dejaré convertirme en lo que tú quieras. No dejaré que deposites en mí esa docilidad que deseas. No soy de nadie. Y menos tuya.
Ahora me siento perdida en un desierto de dudas e incertidumbre. Pero hallaré la salida. No se en que momento será pero lo conseguiré. Y no dudo que ganaré más que lo que perderé. Porque me confundí contigo. Después de todos estos años, tras domingos de dolor y lágrimas, tras tener en mí ese sentimiento de abandono, por fin me he dado cuenta de que te quiero menos de lo que pensaba. Y solo es culpa tuya. Si no hubieses jugado conmigo te lo daría todo. Pero te has reído de mí y eso no lo consiento. Has pisado mi valía, mis sueños y mi alegría. Has borrado el brillo de mis ojos y mi sonrisa. Pero no lograrás pisarme entera ni dominarme. Tengo aún mucho que ofrecer a quien lo merezca. Y tú no te lo mereces. Eso esta bien claro.

Ahora solo me hace falta que enciendas el teléfono. Creo que no lo haces por miedo. O simplemente por que te da igual todo. Porque pasas de la gente y sus sentimientos. Egoísta. Egocéntrico. El orgullo te acabará comiendo. Y lo repito de nuevo: me das pena. Pero de la pena no se vive. En cuanto vuelvas a esto. A nuestro problema del que siempre has huido. Te encontrarás con una noticia. Quizá grata para ti. O quizá indiferente. Te toparás con mi vacío. Yo no estaré. Porque no esta conmigo tu camino. Este año comenzaré con esa decisión. Solo tengo una duda más. ¿Reaccionarás? O te quedarás callado y seguirás con tu vida. Espero que te duela. Aunque no sufrirás ni la mitad de lo que lo he hecho yo por ti. Yo tendré la mala suerte de ser tan blanda y sentimental. Pero tu tienes la mala suerte de no serlo un poco más.
Y por eso, me despido. Puede que sea de cobardes no decir las cosas a la cara, pero más cobarde eres tú que juegas con los corazones”


Adios.

No hay comentarios:

Publicar un comentario